"..no creo en el error, creo en la oportunidad de aprender a ser mejores..."
El artista incomprendido dejó su guitarra para otra ocasión. Salió, encendio un cigarrillo y caminó hasta aquel viejo rincón. Hacía algunos ayeres que no se sentía como el día de hoy. Un tanto confundido, pero con una sonrisa. Conocía a la perfección ese sentimiento. Sabía lo que implicaba y lo que vendría. Sabía también que no podría guardarlo por mucho tiempo, y qué si acaso, probablemente era recíproco. Estaba dándole un ultimo toque a su cigarro cuando escucho de su amigo, otro artista, una pregunta:
-¿Y no te da miedo a equivocarte otra vez?
El artista incomprendido sonrió, apagó su cigarrillo, miró al firmamento, y contestó: "Si el miedo a equivocarse es no tener la tranquilidad de una certeza, tendría que aceptar entonces que estoy aterrado, por no saber que sigue, o que me espera, o si habré tomado una buena o mala decisión, pero no creo que eso sea miedo. Más bien, miedo sería no escoger una batalla, no tomar una decisión, no decidir nada. Creo que todos tenemos derecho a equivocarnos si creemos con convicción que estamos en busca de la felicidad. Yo no creo en el error, creo en la oportunidad de aprender a ser mejores. Hoy quiero ser mejor y demostrarme a mi mismo que puedo escoger una batalla y pelearla con decisión sin importar el resultado final, hoy quise actuar en lugar de esperar otra batalla, hoy preferí gritar un sentimiento y no callar una esperanza. Temor si, una batalla es una batalla, pero miedo no."
Su amigo, otro artista calló un rato. Pensó que tal vez era hora de ahuyentar viejos fantasmas, de actuar, de decidirse. Se alejo de aquel viejo rincón y finalmente decidío dejar de abandonarse a si mismo para reecontrarse. No estaba seguro de haber entendido completamente todo, pero atino a suponer que el temor era nomal y que no implicaba precisamente miedo. Era hora de escoger una batalla y asi lo haría. El artista incomprendido le dio una palmada en el hombro y un fuerte abrazo, era hora de irse.
Su amigo otro artista, se fue a su habitación, tomó su guitarra y compuso una canción...
Y dejó el miedo para otra ocasión.
